Esta la historia de un grupo de  mujeres que, además de preservar la cultura indígena, lucha sin cesar para sostener lo alcanzado con el Acuerdo de Paz.

El salón es grande. Cada vez que se abre la puerta de vidrio, alguien pide que la cierren rápido para que no se escape el frío. La temperatura está regulada por seis aparatos blancos –seis máquinas de aire acondicionado- que con disciplina han enfriado el lugar para que el encuentro siga. A esta hora del día, la ciudad expulsa a la gente a las casas, a las tiendas, las expulsa a los rincones de sombra donde, ojalá, un ventilador permita que la vida continúe. A esta hora las calles están vacías.